Hay historias que caen en tus manos inesperadamente. A veces, esas historias se presentan con un título enigmático pero poco literario. Sin quererlo, abres las páginas que la contienen y un chico de once años te empieza a narrar una historia muy común. Pero, de repente, te das cuenta de que pasan las horas de la tarde y tú sigues la narración hasta negarte a hacer otra cosa que conocer el final, aunque sea muy previsible. Porque sabes que hay historias sencillas, contadas por voces sencillas que te alegran, inesperadamente, una tarde de lectura.
Esto ocurre con El frío modifica la trayectoria de los peces, de Pierre Szalowski, una novela-cuento agradable y de demasiado afrancesada. La historia de un niño de once años a quien sus padres acaban de
decir que se separan. Una petición desesperada de ayuda al cielo. Y he aquí la ayuda: una gran tormenta
invernal que viene a trastornar a toda la ciudad, pero sobre todo a este
chico y a los que viven a su alrededor.
Simple, pero con algún trasfondo interesante, como es la teoría de los nudos, una fórmula matemática (compleja, por tanto) que permite explicar las cosas sencillas de la vida. Algo extrapolable a la vida diaria: pequeños gestos pueden tener repercusiones extraordinarias.
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