Lo que más resalta de esta escultura es que no es una figura yacente, dormida, como suele ser habitual, sino que
se encuentra recostado, con una pierna sobre la otra y apoya el brazo
medio incorporado, en actitud de leer un libro que sostiene abierto en
sus manos. La iconografía habitual durante la Edad Media
reserva los libros a personajes eclesiásticos, por lo que su uso en
este caso puede considerarse una innovación, relacionada con el aumento
de la literatura profana y la invención de la imprenta.
Interesante sección que nos aproxima a otras maneras de expresión artística. Me gusta mucho.
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