LA CABAÑA
DE LA COLINA
Érase una vez un niño llamado
Miguel que vivía en el campo con su amigo Nicolás. Era primavera, el sol
brillaba y el canto de los pájaros se escuchaba sin parar.
De repente, una niebla intensa oscureció
el cielo. Los niños no sabían lo que estaba pasando y uno de ellos preguntó:
-¿Y tú quién
eres?
La niebla
contestó:
-Soy la
contaminación y he venido para quedarme.
Miguel no podía creer lo que
estaba oyendo y se abrazó a Nicolás para susurrarle al oído lo que pensaba
hacer. Pensó en un plan para librarse de ella. Tenía que conseguir que la
contaminación lo siguiera hasta la cabaña que había en lo alto de la colina, y
encerrarla allí para siempre.
Entonces Miguel le dijo a
Nicolás:
-Me ha enseñado
mi abuela un juego nuevo, pero necesitamos ser tres para poder jugar.
La contaminación que escuchaba
atenta les dijo:
-¿Puedo yo
jugar con vosotros?
Los niños asintieron y entonces
Miguel dijo:
-El juego es
dentro de la cabaña que está encima de la colina.
-¡Pues vayamos
entonces!- dijo Nicolás.
Sin más, partieron los tres hacia
la colina canturreando por el camino.
Cuando llegaron a la cabaña,
Miguel cogió la llave que escondía debajo del felpudo y la introdujo en la
cerradura. Cuando ya estaban dentro los tres, se cerró la puerta de golpe.
Miguel le dijo a la contaminación
que cerrara los ojos y contara hasta diez, así empezaba el juego.
Mientras contaba uno, dos,
tres,... Miguel y Nicolás salieron silenciosamente de la cabaña, cerraron la
puerta con la llave y al bajar la colina tiraron la llave al río.
Miraron al cielo y vieron como el
sol volvía a brillar. Los pájaros seguían cantando y Miguel le dijo a Nicolás:
-Juntos
logramos descubrir que con la amistad y la unidad se consigue un mundo mejor.
Marcos Santín Getino 2ºB
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