Brave new world



Desde finales del siglo XIX, las obras de ciencia ficción reclamaron un lugar importante en los manuales de literatura. El género, o subgénero, vivió su edad de oro en la década de los 30, hasta tal punto que su temática llegó a adquirir tintes de culto y escritores no habituados a estos temas, se pusieron manos a la obra, aportándole al género el prestigio y seriedad que necesitaba para formar una de las páginas más importantes de la literatura universal.

En este contexto, en 1932, aparece publicada la obra Un mundo feliz (Brave new world), del escritor inglés Adouls Huxley, en la que describe una democracia que es, al mismo tiempo, una dictadura perfecta; una cárcel sin muros en la cual los prisioneros no soñarían con evadirse. Un sistema de esclavitud donde, gracias al sistema de consumo y el entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre.

Para el logro de este objetivo, Huxley imagina una sociedad que utiliza todos los medios de la ciencia y la técnica - incluidas las drogas - para el condicionamiento y el control de los individuos (no podemos olvidar el contexto sociopolítico en el que está escrita). En ese mundo, todos los niños son concebidos en probetas y están genéticamente condicionados para pertenecer a una de las cinco categorías de población. De la más inteligente a la más estúpida: los Alpha (la elite), los Betas (los ejecutantes), los Gammas (los empleados subalternos), los Deltas y los Epsilones (destinados a trabajos arduos).

Todos son felices, porque su estilo de vida es totalmente acorde con sus necesidades e intereses. Los descontentos con el sistema (los menos) son apartados de la sociedad ideal y confinados en colonias especiales donde se rodean de otras personas con similares "desviaciones", alcanzando también la felicidad. 

Uno de los aspectos más relevantes de la historia es que los ciudadanos de ese mundo ideal dependen casi servilmente de una droga sintética, el Soma, para garantizar su felicidad.

Algunas citas textuales de la obra:

"No son los filósofos, sino los que se dan a la marquetería y los coleccionistas de sellos, quienes constituyen la espina dorsal de la sociedad."
"Tal es el fin de todo el condicionamiento: hacer que cada uno ame el destino social, del que no podrá librarse"
"62.400 repeticiones hacen una verdad."
"Las palabras, como los rayos X, atraviesan cualquier cosa, si uno las emplea bien."
"La gente es feliz; tiene cuanto desea, y no desea nunca lo que no puede tener."
"La población óptima es como el iceberg: ocho novenos bajo el agua y uno por encima."
"Pero yo no quiero la comodidad. Yo quiero a Dios, quiero la poesía, quiero el verdadero riesgo, quiero la libertad, quiero la bondad. Quiero el pecado."

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